Nuestra Paloma llegó como el ave del paraíso que trae la buena noticia de quien viene a ponerse al servicio de la causa común, con toda discreción, amabilidad y espíritu de sacrificio. Y su carácter y su fondo es sin embargo el de un símbolo de altura, el de un daimón interior identificado con el astro rey y con el principio espiritual.
Con fuerza insuperable pero con toda ternura, se desempeñó con todos como un actor de paz y de mediación. Callado, y por eso elocuente, nuestro pájaro posee el alma inmortal del amor y del que sabe buscar el equilibrio entre las personas, sin dejar de fijarse en las cosas, y en esa naturaleza que le cautiva.
Nuestro sabio nigromante Juan Eduardo Cirlot lo convierte en doble símbolo del alma tras la muerte y en representación de lo más sublime que tenemos, así, la Tercera Persona de la Trinidad y la Lengua de Fuego de la Sabiduría.
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