El camino te aparta un poco de lo que eres, de tu familia, de tus amigos, y por unos días estás tú sólo: el camino y los demás. Se hace hasta difícil hablar por el móvil, pues hay poca cobertura. El Consejo además decidió (un poco) que las relaciones de familia que había entre algunos miembros de la Compañía debían quedar un poco en suspenso. Todos igual para todo. Y es que el Camino es una escuela contra los nacionalismos, los localismos y particularismos, y todo eso personal y familiar que nos parece tan absolutamente decisivo y que tal vez lo es menos. Al menos el camino nos permite ser otro, ojalá que mejor.
Nuestro camino fue o se sitúa en una contracorriente o en un recodo resistente a esas opiniones generales que parece que todo lo arrastran; se trata de cambiar nuestro tiempo personal, colocarnos y a optar en el juego de posiciones establecidas y regladas. Ser otro. Por ejemplo. Uno cualquiera puede no ser creyente pero entra en las iglesias y rinde tributo a los dioses que otros dicen que allí viven. Eso es también ponerse en lugar de otros. De hecho, parábamos mucho y poníamos muchas velitas en las capillas. Y hay que felicitar a los voluntarios que mantienen abiertas las puertas y tienen la paciencia de sellarnos el carnet del peregrino, que es un recuerdo de nuestro paso.
El camino y sus paradas es como las cuentas que uno podría ir recogiendo en cualquier lecho de río, sin importancia mayor que el gesto de decidirnos a escoger una u otra, como si de alguna manera estuvieran allí esperando nuestro paso. Hay, por tanto, en la Compañía Alada, una sola bandería, la de la extranjeridad, la de una amena errabundia de un ser sin ser, o de un Juan Sin Tierra, que se desplaza entre lugares donde espera encontrar siempre lo extraordinario incluso, o precisamente, entre lo ordinario.
Quien padece la extrema juventud, bien por edad o por manera de ser, sabe bien que allí no cabe la impresión con lo extraordinario. Pues acostumbrado está quien está en ese estado a no estar acostumbrado a nada y a de nada saciarse hasta haberlo todo probado y de todo sentido. Nuestro camino, el de la Compañía Alada, habla también de esta actitud que parece tan difícil cuando uno llega a esa edad un tanto medrosa y que, por una parte, tiende a hacernos impresionables con aquello que se aleja de nuestra rutina cotidiana.
Esa es una enseñanza de la Compañía: es preciso aprender a vivir lo extraordinario de cada día para no impresionarnos con ello.
Y las peleas. Claro, las hubo, sin ser nunca muy graves. El Consejo encontró una solución de emergencia. Cuando se veía que dos compañeros pájaros se habían enfadado, se les obligaba a caminar juntos, en pareja, durante varios quilómetros. Más o menos funciona. Porque no deja de ser gracioso..., ehh, este se ha peleado contigo, pues ahora será tu sombra. Lo mismo para servir la comida o para otros necesidades. Y cuando alguien hacía algo bien, a la directa, pues con humor se celebraba, ¡una buena acción!
Y otra cosa importante en esa escuela de tolerancia: escuchar, poner la oreja, el camino sirve para hablar, para oír durante horas de caminata lo que tu compañer@ ocasional te quiere contar, y bueno, uno te cuenta un rollo de fútbol, otro, de extraterrestres, otro, de mitologías, y así cada uno con su peli, bueno, está muy bien.
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El Consejo al paredón..., sin el Ibis que sacaba la foto, de izquierda a derecha: Águila, Grulla, Golondrina, Oca, Tórtola, Galló y Pavo Real. |
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En las estaciones, siempre se pierde algo, y nunca se sabe cuánto falta para salir... |
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Escuchar y caminar, y así todo el día... |
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Cada uno por su lado, da tiempo para todo... |
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¿Qué se dirán el Águila y la Golondrina? |
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Compartiendo la tarde..., el Pavo Real y el Gallo, ¡y no era fácil! |
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Voy a mi ritmo... |
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Se acelera la marcha, empieza la Comisión a cantar la canción del soldado caído, uh, ah, uh, y no hay quien siga... |
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Menos mal que sirve para secar la ropa, siempre colgada de las mochilas... |
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Hasta el fin del mundo... |
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Donde bebe el ganado, mete la cabeza el Consejo... |
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Poder de la vara... |
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Los últimos serán los primeros, pues el último en caminar puede que sea el mejor cocinero, o el mejor arquero, o el mejor contador de chistes y hará falta para luego... |
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Dan ganas de bañarse... |
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¡Marchando una buena acción del Pavo Real! |
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Todavía hay fuerzas para probarse..., y eso les va al Gallo y al Pavo Real... |
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No vale dejarse... |
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Se ve que estaba muy reñido el pulso. ¡Quien lo diría! |
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¡Y una luz de apoderó del Gallo, la Oca y la Grulla! Y no era el flash... |
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Llevar el estandarte era un premio... |
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Recién hechos, ¡Qué rico! |
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Esos son buenos amigos... |
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Ampolla en acción de ser reducida |
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