La Compañía Alada del Camino se puso en camino al hilo del Camino de Santiago, para vivir su propia historia, no por deporte, o por aburrimiento, o por no tener nada mejor que hacer: por todo eso, pero también por vivir de cerca el arte románico, el mundo de las religiones, del medievalismo, o las mitologías diversas y la naturaleza profunda, con sus soles y sus noches. Y todo ello sin duda está presente o aparece de algún modo por esta bitácora, pero como fondo o rumor, rumor muy pagano, contra el que nosotros, como viajeros del tiempo que somos, realizamos e imaginamos cada una de estas jornadas que nos han dejado avanzar hacia nosotros mismos, en lo mejor y en lo peor de cada día.
Por lo demás, al dejar que hablen con libertad las distintas tradiciones y también nuestras propias manías hemos querido liberar al camino, y ahora a este blog de toda linealidad, proponiéndolo como fragmento y suma de fragmentos de un periplo vital que para todos puede ser igual de intenso, y que, en realidad, en todas partes puede darse.
Por eso fue necesario desde el principio, ¡sabia decisión del Consejo fundador!, olvidar nuestros propios nombres y buscar otros, los del Camino, buscando mirar nuestra manera de ser en esos seres que los canteros grabaron en piedra en las iglesias y catedrales, y así, según la personalidad y el significado de cada animal alado, cada uno fue rebautizado para esta nueva Compañía.
Así, uno tiene la oportunidad de ser otro, de verse en tercera persona, y situarse en esa posición de viajero, y subirse a la grupa de la letra del camino, sin fijarse tanto en uno mismo en el hecho de sentir que era cada uno quien caminaba.
Y al ser otro, un ser alado y fabuloso, se evita la tontería de de la confesión estrictamente personal: el "esto lo hice yo". Y según fueron las cosas, con una buena dosis de preparación y otra de santa locura, como es propio de seres alados, las cosas salieron, pues nunca hay que aclarar demasiado los hechos -ni lo que pensamos de ellos- que ya luego el tiempo y nuestra memoria, que suele fallar, se encargan de formular nuevas y provisionales razones para entrar en esta Compañía. Cada quién que proponga las suyas. Dicho todo esto, puede entenderse que para la Compañía Alada llegar a Santiago es casi lo de menos, pues a partir de allí todo será escribir y a recordar, hasta que empiece el verdadero y siguiente viaje, que también nos dejará en otro punto del camino, sin mayor preocupación por ello.
Para la Compañía, además del viaje interior, esta ruta ha sido un redescubrimiento, no solamente de un paisaje y de unas gentes sino de una manera particular, ralentizada, de mirar un paisaje y unas gentes, y explorar una forma básica en donde la disponibilidad absoluta no está reñida con la solidaridad y la amistad, sí, el camino está claro que es para gente que no tiene prisa o que, teniéndola, quisiera no tenerla.
Cuando llegamos a Santiago, muy cansados, la Compañía se encontró con la locura de la ciudad, todo lleno de gente, parecía como caer de repente en un circo, y los de la catedral nos maltrataban, como si fuéramos números, cólas, gritos, órdenes, ahh, y no se creían que habíamos caminado tantos quilómetros, unos enanos pájaros. Lo mejor, la gente de Santiago, los caminantes de todo el mundo, la cenorra que nos pegamos, la meditación silenciosa e individual de cada uno en la Catedral: ¿por qué hemos hecho esto?
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Nuestro portaestandarte en el Obradoiro, había banderas gigantes, pero como la nuestra... |
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Les daba por bailar, ¿habrían llevado sus mochilas? |
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Con nuestros bordones parecíamos de otro planeta.. |
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En la Catedral, de visita... |
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Más de lo mismo, se nos ve mejor, tras una coca-cola y un helado, ¡todo junto!, aprobado por el Consejo y ya nos habíamos duchado... |
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Disfrutando de los viejos y nuevos trovadores y magos callejeros... |
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Como en la Edad Media, en una ciudad de la Edad Media... |
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La comisión de canto al fin escucha |
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Ojo, con quién te encuentras por la noche..., en Santiago... |
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Qué bien sienta tirarse en la plaza... |
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Esta llegada, en directo, fue como un derrumbe, no nos podíamos mover..., los últimos quilómetros se hicieron eternos... |
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Ni fuerza había para buscar dónde dormir..., eran como las 4 de la tarde y el suelo de piedra ardía como una brasa, pero daba igual |
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El Gallo se decía: ¡de aquí no me muevo! |
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La Compañía al completo: lo conseguimos..., la chinita que hacía la foto gritaba: ¡sonleíd!, ¡sonlisa!, pero ni por esas... |
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Tórtola: se nota que ha sido duro, ¿ehh? Lo digo por esos que llegan a Santiago en avión..., y dicen que son peregrinos |
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Sí, ha valido la pena..., pero lo de repetir, bueno, veremos..., se dice la Grulla. |
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¿Puedo ahora tomar otra coca cola? Por favoooooorrrr..... |
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El Ibis dice: creí que no lo contábamos..., o que lo contaban otros... |