Una lección del Camino es que hay que buscarse la vida. Hay una Comisión de dos miembros que se encarga de buscar menús para la cena, que se realizan en los típicos bares o restaurantes que apalabran menús para peregrinos y vienen a costar unos 7 u 8 euros de media. El almuerzo y la merienda se hacen comprando fruta y haciendo bocadillos. Y cuando no hay se guardan los trozos de pan que sobran en los restaurantes y se meten en una bolsa para el día siguiente. En un camino como este, que atraviesa bosques y aldeas sin mucha intendencia es importante llevar de todo. Es decir, es un principio básico el de la autonomía de comida y bebida que es casi lo fundamental en jornadas tan largas, porque dormir o descansar se puede hacer en cualquier esquina, pero sin comida o sin agua, se va hacia el fracaso.
Comer todo el día en la calle, en las cunetas de los caminos, en los parques, es una cura de humildad y nos hace por otro lado más libres. Uno aprende que se puede prescindir de muchas cosas...
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PRIMERA CENA. HAY QUE PREPARARSE... CON UN BUEN CALDO GALLEGO... |
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UN ALTO PARA LEER Y CONTAR HISTORIAS |
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AL RICO MENDRUGO |
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JUNTO AL CEMENTERIO, EL VIVO AL BOLLO... |
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¿ME DAS ALGO? |
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LAS NARANJAS VAN POR GAJOS... |
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AGUA EN UNA BOTELLA QUE PROMETE OTRA COSA |
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ESTA SÍ. LA ULTIMA CENA EN SANTIAGO ES UN BUEN PAPEO. |
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PULPO Y MEJILLONES... |
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ESOS TINTOS DE VERANO PROMETEN... |
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HASTA EL 2013!!! |
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